Los mitos de la conspiración judía

Según los mitos medievales, los judíos eran aliados de Satanás en una gigantesca conspiración contra la Cristiandad. Desde finales del siglo XVIII este mito había adquirido una forma más secular, convirtiéndose en parte de la propaganda antiliberal y antirrevolucionaria. El nuevo mito sostenía que los judíos aspiraban a hacerse con el poder mundial con la ayuda del liberalismo y la democracia, y que acabarían con la monarquía y la Iglesia en el proceso. A raíz de la Revolución Rusa de 1917, las fantasías conspirativas antisemitas ganaron todavía más terreno. La propaganda antirrevolucionaria explicó la toma del poder por los bolcheviques en Rusia debido a la existencia de un omnipotente Judaísmo internacional, que constituía la verdadera fuerza impulsora de la revolución. El Judeo-bolchevismo se convirtió, instantáneamente, en el término que representaba al Comunismo como un instrumento en manos judías.

Uno de los mitos de conspiraciones más influyentes de todas las épocas lo constituyen los fictivos Protocolos de los Sabios de Sión, publicados por primera vez en la Rusia zarista. En Los Protocolos se retrata a los judíos como conspiradores contra el Estado y autores de un plan secreto para hacerse con el poder mundial.

Los Protocolos se abrieron camino en Europa occidental y los Estados Unidos por conducto de los inmigrantes rusos tras la revolución de 1917. Integrados por textos dispares y sin conexión con los judíos, los Protocolos demostraron ser una falsificación ya en 1921. Esto no impidió a los nazis servirse con entusiasmo de Los Protocolos de los Sabios de Sión en su propaganda; los antisemitas contemporáneos, especialmente en el Oriente Próximo, continúan evocando el panfleto como prueba de una conspiración judía mundial.

“Carece por completo de relevancia de qué judío particular proceden estas revelaciones, lo importante es cuán asombrosamente revelan la naturaleza y las actividades del pueblo judío”, escribió Adolf Hitler en Mein Kampf (Mi lucha).